Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) entendidas como el conjunto convergente de tecnologías de la microelectrónica, la informática, las telecomunicaciones y la optoelectrónica (Nardone, 2003) han producido una revolución que se enmarca en un conjunto amplio de cambios en nuestra sociedad y se concreta en una denominación: la sociedad de la información. El impacto de los avances tecnológicos en la sociedad actual ha resultado muy significativo, de manera que las nuevas formas de comunicación y acceso a la información han cambiado la interpretación del mundo. Aunque, por sus características, tienen un riesgo potencial de uso excesivo o patológico, que puede acabar teniendo unas consecuencias negativas en la vida de las personas afectadas (sobretodo jóvenes y adolescentes) por esta problemática y sus familias ( Jiménez Murcia & Ferré Martí, 2015).
Pero, ¿cuáles son los elementos que hacen que las tecnologías de la comunicación y de la información sean tan atractivas o, incluso, potencialmente adictivas?
Pero, ¿cuáles son los elementos que hacen que las tecnologías de la comunicación y de la información sean tan atractivas o, incluso, potencialmente adictivas?
Patologías de Internet
Los adolescentes se han incorporado a Internet a un ritmo que los sitúa en el segundo lugar en cuanto a usuarios de la Red, después de los jóvenes de dieciséis a veinticuatro años. Según datos oficiales de la INE, el 91.2% de los menores de diez a quince años acceden habitualmente a Internet, elevándose este porcentaje con la edad hasta alcanzar el 96.5% a los quince años (INE, 2013).
Además de por su uso extensivo de Internet, los adolescentes han sido etiquetados como “grupo de riesgo” en la medida que son considerados como el grupo de edad más vulnerable. Esto es así en base a la conceptualización común que se hace de los mismos como seres inmaduros, inestables e irresponsables. Por ello, se considera que tienen más facilidad de desarrollar comportamientos conflictivos en torno a la Red o de verse afectados por ellos (Catalina García; López de Ayala López & García Jiménez, 2014).
En la etapa de transición hacia la edad adulta, Internet se ha convertido para los menores en un espacio en el que explorar su propia identidad y sexualidad, experimentar con nuevas emociones y relaciones sociales y mejorar su autoconocimiento. A menudo, esto conlleva la exposición a situaciones que son consideradas amenazantes y peligrosas para su seguridad física y mental o el desarrollo de comportamientos valorados como problemáticos.
Desde esta perspectiva, la Dra. Kimberly Young, experta en el estudio del impacto de las nuevas tecnologías, señaló los principales criterios de adicción a Internet:
Criterios de adicción a internet de K. Young (Young, 1996). Elaboración propia.
Por otro lado, desde la celebración del Primer Congreso sobre la Adicción a Internet que se llevó a cabo en Zúrich, en septiembre del año 2000; su convocatoria y posterior desarrollo, tuvo como principal objetivo legitimar el nuevo trastorno de adicción a Internet (Jiménez Murcia & Ferré Martí, 2015). A partir de este Congreso se han realizado múltiples investigaciones, particularmente con estudiantes universitarios, que buscan explícitamente validar empíricamente dicho constructo.
Davis (Davis, 2001) cuestionó el término “Adicción al Internet”, y propuso, en cambio, el término “Pathological Internet Use” (PIU). El PIU es definido como un patrón de conductas que incluye cuestiones de sobre-uso y abuso de aplicaciones específicas de Internet” (Cruzado, Muñoz y Navarro, 2001; p. 99).
Uno de los últimos estudios presentado, en el XI Congreso Nacional de Investigación Educativa en Colungo, por Miguel Navarro y Arturo Barraza, ofrece una serie de respuestas que permiten identificar las patologías y consecuencias negativas derivadas del PIU (Catalina García; López de Ayala López & García Jiménez, 2014).
Adolescencia, la etapa más afectada
Desarrollar este tipo de adicciones se está volviendo cada vez más usual entre los jóvenes y los menores, entre los de la llamada generación millennial, nacidos en la era digital. Estar conectados las 24 horas del día se convierte en la rutina en esta etapa y si no se toman precauciones la adicción puede convertirse en una realidad. Según un estudio sobre conductas patológicas en Internet, realizado por la ONG Protégeles, que colabora en programas de la Comisión Europea, el 21,3% de los jóvenes está en riesgo de convertirse en adicto a las nuevas tecnologías. Y el 1,5% ya lo es.
La psicóloga Begoña Carbelo, profesora también en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija, reafirma este grupo es el más propenso ya que “no ha aprendido a regular aún sus emociones”. Por lo que se refiere a las redes sociales, Carbelo define la adicción como "un uso anormal en términos de intensidad y frecuencia de uso, que puede llegar a alterar el disfrute y la vida cotidiana".
La incapacidad de alejarse del móvil o la falta de atención son algunos de los síntomas de este tipo de adicción. La profesora apunta algunos consejos, como poner horarios para atender las redes sociales o olvidarnos de ellas durante un margen de tiempo, que evitan este tipo de patologías y que pueden llevarnos, afirma, a un mayor estado de felicidad y de reducción de la ansiedad. La prevención es el método más eficaz contra estos trastornos y existen organismos e instituciones como la Jefatura de Gabinete de Ministros de Argentina que han lanzado campañas para prevenir este tipo de adicción.
Carbelo, junto al sociólogo Javier de Rivera, han llevado a cabo un experimento llamado “Desconectados”. Éste pretendía estudiar cómo nos afecta el uso excesivo de las redes sociales y, para ello, 'desconectaron' durante dos semanas a dos jóvenes de cualquier tipo de conexión a internet, redes sociales y Whatsapp y analizaron sus reacciones. Los escogidos para protagonizar el experimento fueron Casimiro Aguza, filólogo y estudiante de arte dramático, y Josefina Moratalla, especialista en sistemas informáticos, ambos con 29 años y una dependencia del teléfono móvil. Las conclusiones de ambos fueron calificar el experimento como un proceso de cambio personal, cuyo principal resultado ha sido tener una mejor perspectiva sobre sus hábitos relacionales y de comunicación y dar más importancias a sus relaciones y emociones personales.
Los casos diagnosticados
Una mujer de 34 años fue la primera diagnosticada con este trastorno relacionado con las redes sociales el pasado mes de marzo de 2014. Tras seis horas de uso de la aplicación, la mujer terminó con una tendiditis en el dedo pulgar. La revista médica “The Lancet” calificó éste como el primer caso del mundo, aunque ya se habían desarrollado anteriormente casos similares con tecnologías anteriores como la Nintendo.
Otro caso es el de Beatriz Valera, de 19 años y tecnoadicta. Los primeros síntomas de su adicción aparecieron a los 16: pasaba el día sin compañía, sola con el ordenador y el móvil. Empezó a suspender asignaturas y a descuidar a los amigos y la familia. Sus padres se preocuparon al darse cuenta de que nunca salía y solo hablaba de gente a la que conocía a través de la Red. Ésta no lo veía como algo raro, sino como un modo de comunicarse de modo totalmente normal. Por contra, el catedrático de Psicología, José María Selva, asegura que el 30% de los menores tiene contactos virtuales con personas a las que no conoce.
El caso de Beatriz derivó en la consulta al psicólogo cuando su comportamiento derivó en una depresión y en problemas graves de ansiedad por no poder conectarse a Internet debido a la prohibición de sus padres. Tras un año en tratamiento, Valera reconoce que “Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que era una adicción”, y que ahora puede ver la dependencia en muchos de sus amigos. Y es que, según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), hasta el 85% de los jóvenes son dependientes del móvil, las redes sociales y la mensajería instantánea (Megías Quirós & Rodríguez San Julián, E. ,2014).
Del mismo modo, también existen casos de jóvenes que reconocen su adicción pero no tienen intención de ponerle remedio porque lo consideran parte de su vida, de sus relaciones diarias. Saben que tienen un problema y se dan cuenta, pero creen que lo mejor es continuar con problemas de interacción personal, ya que se suplen a través de interacciones en la Red.
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Bibliografia utilizada
· CATALINA GARCÍA,
Beatriz; LÓPEZ DE AYALA LÓPEZ, María Cruz; GARCÍA JIMÉNEZ, Antonio. Los riesgos
de los adolescentes en Internet: los menores como actores y víctimas de los
peligros de Internet. Revista Latina de
Comunicación Social. 2014, nº 69, fascículo 4, p. 462 - 485.
· CRUZADO, J.A; MUÑOZ,
M.J; NAVARRO; M.E. Adicción a Internet: de la hipotética entidad diagnóstica a
la
realidad clínica. Psicopatología Clínica,
Legal y Forense. 2001, vol.1, nº2, p. 93 - 102.
· DAVIS, R.A. A
cognitive behavioural model of
pathological internet use (PIU). Computer
in Human Behavior.
2001, vol.17, nº 2, p.187 - 195.
· Instituto Nacional de
Estadística.(2013): Encuesta sobre
equipamiento y uso de tecnologías de la información y
comunicación en hogares,
2012. [en línea]. Base de datos de INE. [consultado: 11 de diciembre de
2015].
Disponible en Internet: http://www.ine.es/metodologia/t25/t25304506612.pdf
· JIMÉNEZ
MURCIA, Susana; FARRÉ MARTÍ, Josep Mª. Adicción a las nuevas tecnologías, ¿la epidemia del
siglo XXI?. Barcelona: Siglantana, 2015. ISBN: 978-84-15227-73-1
· MEGÍAS QUIRÓS, Ignacio; RODRÍGUEZ SAN JULIÁN, Helena. Jóvenes y comunicación: la impronta de lo
virtual. [recurso electrónico]. Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud y FAD, 2014. [consultado:
17 de diciembre de 2015]. Disponible en Internet: https://ddd.uab.cat/pub/guibib/99531/modeliso_a2015m9.pdf
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· NARDONE, Giorgo;
CAGNONI, Federica. Perversiones en la red: las patologías de Internet y su tratamiento.
Barcelona: RBA Integral, 2003. ISBN: 8479019999
· YOUNG, K. Internet
addiction: the emergence of a new clinical disorder. CyberPsychology and Behavior [en
línea].
1996, vol. 1 Nº 3, p. 237-244. [consultado: 11 de diciembre de 2015].
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